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BARRAS BRAVAS Y PALCOS

3 Oct

Esperando, no atizar la hoguera de la violencia y después de un silencio prudente, como educador y comunicador siento el deber de pronunciarme sobre lo acaecido hace 8 días en el estadio monumental de la “U“.

Precisamente, lo que llama la atención, es que las pandillas, barras bravas y la violencia no es patente ni exclusividad de los más pobres y menesterosos, o como dicen algunos despectivamente: la gente de barrio, de pueblos jóvenes o marginales… No, ¡Nooooooo! No es cierto, nos equivocamos; porque la violencia, la premeditación, ventaja y alevosía criminal, se gestó en un palco, lugar preferencial al que no tienen acceso los pobres. Con esta aclaración no quiero marcar la brecha de separación entre clases sociales, ni menos enfrentarlas, lo que pretendo es ir al fondo del problema.

En mi anterior post (Familia Célula Social y Vínculo de Amor), dije que la familia era y es la cuna donde se gesta el amor, la solidaridad, respeto por los valores y por la vida. Pero, también, se aprende la comunicación serena y tolerante o la violencia verbal, gestual y/o física. Este modelo de comportamiento, que exterioriza la conducta, el temperamento y el carácter, está fallando, o no damos importancia a la familia y el hogar, o estamos dejando hacer y pasar todo como en tierra de nadie… sin ley, sin norma, sin moral y sin ética.

Walter Oyarce

La muerte del joven universitario Walter Oyarce, de apenas 23 años, enluta no sólo a sus padres y familiares, también afecta a millones de seres humanos que creyeron que el deporte del futbol era una forma de recrearse y de disfrutar de una sana y saludable competencia. Sin embargo, no fue ni es así. Porque en la violencia, el pandillaje y las barras bravas tienen un rol protagónico la familia, la educación y la sociedad. En la sociedad se enmarcan los medios de comunicación (radio, TV, periódicos, revistas, blogs, etc). Precisamente muchos medios antes del encuentro ya tocaban tambores de guerra en sus titulares. De esta manera se incentivan comportamientos nada decorosos, como el insulto,  mencionar la madre y otras conductas agresivas como: el empujón, apanado, tirar piedras y el asalto en nombre de una camiseta o club (romper puertas y ventanas, vitrinas de centros comerciales, etc).  Todo lo relatado nos hace meditar en la necesidad de replantear la educación, el rol de la familia y de los medios de comunicación.

La familia debe de retomar su rol en la formación de hábitos, reglas, normas, modales y valores. Sobre todo el respeto por los demás y por la vida. Reforzar la tolerancia y enseñar a aceptar que no siempre los demás tienen que pensar y sentir igual que nosotros. También se requiere que aprendan a aceptar la derrota porque es parte de la competencia y que a veces perdiendo se gana mucho más de las experiencias y de las fallas o errores. Y, eso se llama perder con dignidad o ganar con honor.

La educación sistemática de la escuela pública o privada, debe de incluir la educación cívica y fomentar la práctica de valores, organizando competencias deportivas, científicas y tecnológicas en las que los alumnos representen: Clubes, ciudades, regiones, países, costumbres, mitos y leyendas. De tal manera que ganen con Honor y/o pierdan con Dignidad. Pero, que los niños, jóvenes y adultos tengan la satisfacción de haber realizado su mejor esfuerzo.

Loco David y Cholo Payet

La Sociedad, está comprometida indesligablemente con todo lo que en ella se realice, y no puede ni debe evadir su responsabilidad en lo acontecido recientemente en el estadio monumental de la “U”. La muerte del joven universitario, acusa a la Sociedad por no exigir las garantías y seguridad para un espectáculo deportivo denominado “clásico”. Término sobredimensionado y de connotación desafiante, aguerrida y fatal, que azuza y fomenta enfrentamientos inútiles de las barras bravas, el pandillaje y la violencia criminal, que cobró la vida de un barrista del Club Alianza Lima. La conducta criminal del “Loco David”, el “Cholo Payet” y otros enardecidos barristas y cómplices, no tiene justificación y les debe caer todo el peso de la Ley y la Justicia.

En consecuencia, la sociedad no debe permitir partidos y encuentros deportivos hasta que se esclarezcan los hechos y se den las garantías suficientes. Una forma de protesta sería la realización de partidos de fútbol sin público, para que los clubes sientan que deben recodificar sus conceptos y reorganizar sus barras, fomentando los valores y el respeto por los demás.

Finalmente, el Estado, que es la Nación legalmente constituida, tiene el deber de dar leyes y reglamentos que regulen y garanticen la seguridad de todos, pero sobretodo “hacerlas cumplir”, para que los espectáculos no terminen en tragedia. Dar las órdenes pertinentes y el número suficiente y eficiente de policías que brinden la tranquilidad y sean el símbolo de la autoridad y del respeto. Pero para eso tienen que cambiar en su esencia y el público reforzar la práctica de valores y el respeto por la autoridad.

El deporte debe ser una forma de compartir experiencias y competencias en el que hay que saber reconocer las cualidades y virtudes del rival sin sentirse disminuidos o superiores a los demás. No perdamos nuestra “humanidad”, la razón y buenos sentimientos deben primar sobre el instinto animal y primitivo, demostremos que hemos evolucionado y reconciliémonos todos alrededor del amor y la paz.

Julio Vargas Castaños

DNI: 07023604, CPPe: 072914

E-mail: casvarjul@yahoo.es